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miércoles, 14 de enero de 2015

Sangre de Toro - 2013

Hoy tenemos un clásico de la prestigiosa Bodegas Torres: el tinto Sangre de Toro, de la añada de 2.013.

Este vino está adscrito a la D.O. Catalunya, de la cual no había comentado ningún vino hasta ahora, por lo que hablaré un poco sobre ella. Fue creada en 1.999 y actualemente engloba la mayoría de los municipios catalanes en los que se produce vino (más de 330), especialmente aquellos que no podían adherirse a alguna de las D.O. ya existentes. Actualmente están inscritas más de 200 bodegas con una superficie de viñedo total superior a las 50.000 ha y su producción ha superado los 60 millones de botellas. La filosofía principal del Consejo Regulador de esta DO es permitir gran cantidad de variedades y coupages a los productores para favorecer la innovación y mejora de la calidad de los productos, como respuesta a la gran exigencia de losmer ados actuales.

Como variedades preferentes, en blancos, se establecen básicamente las autóctonas Macabeo, Xarel-lo, Parellada o de cultivo tradicional como la Garnacha Blanca, pero sin limitar el uso de otras variedades de prestigio mundial adaptadas al clima y las condiciones de la viticultura catalana como Chardonnay. En tintas, aparte de las preferentes Tempranillo, Samsó y Garnacha, se permiten variedades como la Syrah, Merlot, Pinot Noir y Cabernet Sauvignon, entre otras.


El Reglamento de la D.O. establece la densidad de plantación máxima en 4.500 cepas/ha, la cantidad de yemas/ha dependiendo de la variedad, así como la producción máxima de 120 quintales métricos para las variedades blancas y de 100 para las tintas. También establece las condiciones para la calificación de vinos como Crianza (2 años con un mínimo de 6 meses en barrica), Reserva (36 meses con un mínimo de 12 meses en barrica) y Gran Reserva (24 meses de barrica + 36 de botella mínimo).

En lo que a la bodega se refiere, estamos ante una de las empresas vitivinícolas más importantes de España. Bodegas Torres fue fundada en 1.870 por Don Jaime Torres Vendrell en Vilafranca del Penedés, a unos 60 km al oeste de Barcelona. Hoy en día posee más de 2.000 ha en toda la Península Ibérica, aunque la mayoría de ellas en la comarca del Penedés; 95 ha en el Valle del Curicó, en Chile y dos viñedos con un total de 91 acres en Sonoma County, California. Posee 4 bodegas de producción en España: Pacs del Penedés, El Lloar (Priorat), Fompedraza (Ribera del Duero) y Labastida (Rioja). Producen más de 30 marcas de vinos tintos, blancos, rosados, dulces, sin alcohol y brandies bajo las denominaciones de origen Catalunya, Penedés, Priorat, Ribera del Duero, Rioja, Rueda, Conca de Barberá y Rías Baixas. Algunas de sus marcas más conocidas son, por supuesto dejando a parte el famoso brandy Torres, Celeste (Ribera de Duero), Atrium (Penedés), Sangre de Toro y Coronas (DO Catalunya). Es un interesante (y desgraciadamente no muy común en España) caso de empresa familiar mejorada por las sucesivas generaciones, donde Miguel Torres y Marimar Torres son las cabezas visibles en la actualidad.



Bodegas Torres luce con orgullo diversos premios, entre los que destacan, a nivel comercial, el premio a la Bodega Europea del Año de la revista Wine Enthusiast en 2.006 y a la Bodega Más Importante del Año por la revista Wine Spectator (Robert Parker) en 2.000 y el premio a la Marca de Vinos Más Admirada de 2.014 por parte de la influyente publicación Drinks International,  así como una larga lista de premios a varios de sus vinos en Decanter, Challenge International du Vin (Francia), Expovinia (Suiza), etc.



En resumen, un buque insignia de nuestra industria vitivinícola, cuya producción se exporta en un 70% y más de 130 países.

En lo que respecta a nuestro vino de hoy, diremos que el Sangre de Toro debe su nombre al dios romano del vino, la vid y de la vegetación: Baco, también conocido como hijo del toro.

La bodega lo presenta como un vino de elaboración tradicional, basado en las variedades Garnacha y Cariñena, sin especificar el porcentaje de cada una de ellas en la mezcla. Sin embargo, podría asegurar, por el resultado de la cata, que la Garnacha constituye la parte mayoritaria.

Tampoco he podido averiguar demasiado sobre el proceso de elaboración, salvo que teóricamente ha pasado por un proceso de crianza de 6 meses en barrica de roble americano, por lo que iré directamente al análisis del producto empezando, como siempre, por su presentación.

El vino se comercializa en botella borgoñesa de color verde oscuro, con una etiqueta blanca en el que resalta el logo y la marca del vino en color rojo carmesí. Por debajo en caracteres negros se muestra la añada, por encima de una frase del viticultor Miguel Torres sobre su deseo de reconocimiento del vino en todo el mundo.

A continuación el nombre de la Bodega y su blasón. En la parte inferior izquierda se puede observar el contenido de alcohol del 13,5%, y a la derecha la mención a la D.O. Catalunya.

En la parte superior del cuerpo de la botella, en lo que sería el hombro, se encuentra otra etiqueta blanca ribeteada que vuelve a contener el escudo de la Bodega, así como la mención a la elaboración de este vino en la propiedad.

La etiqueta trasera muestra de nuevo el nombre de la marca en rojo, así como el año de comienzo de elaboración del vino bajo esta marca, en 1.954, seguido por una breve reseña histórica en español, inglés y catalán y una foto de Miguel Torres Carbó, el miembro de la familia que lo inició. Etiquetado correcto desde mi punto de vista.


El Sangre de Toro de 2.013 tiene un color rubí con borde en degradación hacia color frambuesa, brillante y sin posos, de capa media, con abundancia de lágrimas de caída más bien rápida.

Tiene una intensidad más bien baja a copa parada, y al agitarla despliega inmediatamente un aroma muy característico de la variedad Cariñena. Pude detectar notas de frutos rojos con presencia sutil de algún fruto negro, que perfectamente podría ser la ciruela que se menciona en diferentes notas de cata. También noté ligeros aromas vegetales y algo balsámicos, que confieren al vino el carácter fresco que pude confirmar posteriormente en boca.

Es un vino ligero, sin mucho cuerpo, que produce una activación más notable en la parte central de la lengua que en el resto de zonas, con taninos dulces y suaves (característico también de los vinos de Garnacha que he probado), una longitud aceptable y, desafortunadamente, no demasiada permanencia.

En retronasal vuelven a aparecer las notas vegetales y boscosas, con un leve final de madera fresca.

Es un vino fácil de beber, creo que bastante adaptado a un gusto comercial internacional, no me extraña su éxito en tantos y tan diversos países.

Creo que resulta bastante agradable y tiene un buen precio de entre 4 y 5 € como para tener a mano  a menudo una botella, dada la sencillez con la que se puede encontrar en el mercado, y utilizarla en comidas o cenas informales, preferiblemente en mi opinión con tapas más o menos elaboradas y algunos embutidos no demasiado especiados. Los estofados y las paellas que he leído en diversas notas de cata creo que le harán buena compañía también.

Le doy una nota de 6,5/10, y mi recomendación es probarlo en cualquier momento sin mayores complicaciones culinarias.

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